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Así demuestras
que tú eres el único que salva del peligro.
Para guiar un barco
no hace falta mucha experiencia,
pues eres tú quien lo guía.

En todo has puesto
las huellas de tu sabiduría:
por eso la gente se atreve a viajar
en un frágil barco de madera
y cruza el mar sana y salva.

Así sucedió en tiempos de Noé,
cuando el diluvio mató a los gigantes.
La gente buena,
que era la esperanza del mundo,
se salvó en una frágil barca.

Con los que se salvaron
comenzó una nueva humanidad.

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